Cubierto con un mar de grandes guijarros amarillentos, los viñedos de Chateauneuf-du-Pape ofrecen una vista única y atemporal.
La ruta del vino comienza con una auténtica confitería donde se hacen toneladas de delicias: caramelos, turrones, piruletas ... Asistiremos a la fabricación en calderos de cobre.
Continuaremos hasta Chateauneuf-du-Pape para encontrar a tres enólogos, muy diferentes unos de otros, que nos harán descubrir la denominación, la más antigua de Francia, a través de sus métodos de elaboración del vino y su bodega.
Almorzaremos en un restaurante provenzal típico, y si el clima lo permite, disfrutaremos del patio sombreado.