Temprano por la mañana, cogerás el primer tren de alta velocidad del día hacia Burdeos. En dos horas, estarás en la ciudad de Burdeos y te subirás a un minibús privado en dirección a Saint-Émilion. Visitarás esta histórica ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, donde los romanos de la antigüedad plantaron vides en el siglo II. La visita incluirá una mirada a las siete cuevas que guardan el tesoro del vino dulce.
La primera parada es una pequeña bodega del centro de la localidad. Después de una introducción a los diferentes tipos de vinos producidos en la región, te dirigirá a sus antiguas bodegas para catar algunos de los vinos que acabas de conocer y disfrutar de un delicioso "macaron" de Burdeos.
Regresarás al minibús y disfrutarás de un trayecto de veinte minutos por la hermosa campiña hasta llegar a un castillo cercano. Harás un recorrido completo por el viñedo y también aprenderás cómo el clima y la geología de la región se unen para crear famosos vinos tintos robustos. También visitarás el jardín de aromas del palacio para poner a prueba tu paladar con plantas comestibles y obtener un pequeño adelanto de algunos de los sabores escondidos en los vinos. Finalmente, te dirigirás a la antigua torre del palacio para degustar dos de sus vinos.
Antes de irte, te sentarás a comer en una terraza con vistas a los viñedos. El menú cambia cada temporada, pero habrá carne y productos locales, ingredientes frescos y naturales, y por supuesto, otra copa de vino, cortesía de la casa.
Después de comer, continuarás hasta un viñedo más pequeño y familiar, que también tiene algunas de las viñas más viejas de Burdeos. El propietario te mostrará el lugar y te contará la historia de la plaga que casi destruyó la industria europea del vino y cuya salvación provino de una fuente muy sorprendente. Disfrutarás de una "dégustation à la barrique", en la que el propietario cogerá algunos de sus barriles y te llenará las copas directamente. Vas a probar un vino que aún está envejeciendo y dos vinos blancos diferentes, uno hecho con algunos de los vinos más antiguos de Francia. Tendrás la oportunidad de probar un clarete, un estilo muy antiguo de vino de Burdeos, que casi se extinguió pero que ahora está reviviendo en toda la región.
Regresarás en el autobús a la ciudad de Burdeos, donde cogerás el tren de vuelta a París.