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Petrozavodsk fue fundada a principios del siglo XVIII, por el zar Pedro I de Rusia, cuando se construyó una fábrica de hierro ara elaborar los cañones para el ejército. En la actualidad, no queda rastro de esa gris ciudad industrial, ya que ahora es un lugar alegre lleno de cultura, de sitios interesantes y de historia.
Visitar la iglesia de 22 cúpulas que está en la isla Kizhi es parada obligada, al igual que el museo al aire libre en el muelle de Onega. Si te apetece, también puedes visitar alguno de los teatros y otros de los muchos museos que encontrarás.
Petrozavodsk está en un sitio bonito, bastante cerca de la frontera con Finlandia, y en el segundo lago más grande de Europa, el lago Onega. En el lago puedes hacer excursiones para ver volcanes, cascadas, senderismo por las montañas y, si llegas en el momento justo, hasta puedes ver auroras boreales e ir en motonieve.
El lado más cultural de la ciudad es tan importante como su belleza natural: sus auténticas tradiciones rusas se entrelazan con el ambiente europeo haciendo que Petrozavodsk sea uno de los destinos imprescindibles si viajas a Rusia. En los últimos años, el turismo está creciendo, de manera que hay restaurantes de todo tipo. Sin embargo, te recomendamos probar algunos de sus exquisitos platos locales, como el stroganoff.