Texel está lleno de dunas cubiertas de hierba y brezo y campos de tulipanes, narcisos y lavanda en flor.
Explora esta isla holandesa llena de ovejas blancas, focas, caballos pastando en la niebla e innumerables bandadas de pájaros. Diminutos pueblos con molinos de viento, carritos de helados y carretas tiradas por caballos, como en un cuento de hadas para niños.
En el puerto, hay un malecón, redes de pesca, viejos botes de remos, botes en mal estado de pescadores trabajadores y un faro rojo brillante. Allí, puedes escuchar el pesado mar del norte, rodando suavemente sobre la tenue arena blanca, con su retumbo amortiguado pero relajante. Es un lugar sin horizontes, donde el cielo y el mar se funden. No hay tal cosa como el tiempo aquí.